Tortuoso llegar hasta aqui por la via de Marte, pero ha valido la pena. Aun queda mucho trayecto, muchos compañeros de viaje por conocer, pero ahora he comenzado un tramo absolutamente delicioso, lleno de arte y misterio, el paradigma asiatico, el asian experience. Naturalmente Marte continua su poderosa influencia, pero Venus le ha ganado terreno, y para mi placer hago el tramo junto al Señor de los pajaros, que hoy dejaba en mi buzon un articulo del escritor Junichiro Tanizaki, "El elogio de la sombra". Que apropiado! Cuanto belleza!
Comienza Tanizaki diciendo que si bien en Occidente el mas poderoso aliado de la belleza fue siempre la luz, en la estetica tradicional japonesa lo esencial esta en captar el enigma de la sombra.
"[...] me di cuenta por primera vez de que esa luz incierta era la que de verdad realzaba la belleza de las lacas japonesas. Los reservados del Waranji-ya son unos pequeños y recoletos salones de té con una superficie de cuatro esteras y media, y los pilares del toko no ma y el techo tienen reflejos negruzcos, lo que hace que, incluso con una lámpara eléctrica con forma de linterna, reine una impresión de nocturnidad. Pero cuando sustituyeron la lámpara por un candelabro aún más oscuro y pude observar las bandejas y los cuencos a la luz vacilante de la llama, descubrí en los reflejos de las lacas, profundos y espesos como los de un estanque, un nuevo encanto totalmente diferente. Supe entonces que si nuestros antepasados habían encontrado ese barniz llamado “laca” y se habían dejado hechizar por los colores y el lustre de los utensilios lacados no era en absoluto por azar.[...] En realidad se puede decir que la oscuridad es la condición indispensable para apreciar la belleza de una laca [...] la superficie de las lacas ha sido negra, marrón o roja, colores estos que constituían una estratificación de no sé cuántas “capas de oscuridad”, que hacían pensar en alguna materialización de las tinieblas que nos rodeaban.[...] Cuando los artesanos de antes recubrían con laca esos objetos, cuando trazaban sobre ellos dibujos de oro molido, forzosamente tenían en mente la imagen de alguna habitación tenebrosa y el efecto que pretendían estaba pensado para una iluminación rala; si utilizaban dorados con profusión, se puede presumir que tenían en cuenta la forma en que destacarían de la oscuridad ambiente y la medida en que reflejarían la luz de las lámparas. Porque una laca decorada con oro molido no está hecha para ser vista de una sola vez en un lugar iluminado, sino para ser adivinada en algún lugar oscuro, en medio de una luz difusa que por instantes va revelando uno u otro detalle, de tal manera que la mayor parte de su suntuoso decorado, constantemente oculto en la sombra, suscita resonancias inexpresables."